Discurso - Sr. Alfio Piva Mesen - Primer Vicepresidente de la República

Discurso - Sr. Alfio Piva Mesen - Primer Vicepresidente de la República

DÍA INTERNACIONAL DE CONMEMORACIÓN ANUAL

EN MEMORIA DE LAS VÍCTIMAS DEL HOLOCAUSTO

 

Cancillería de Costa Rica

Viernes, 24 de enero de 2014

 

Sr. Alfio Piva Mesen

Primer Vicepresidente de la República

 

Muy buenos días a todas y a todos. Señor don Enrique Castillo Barrantes, Viceministro de Relaciones Exteriores y Culto; honorable señora Yoriko Yasukawa, Coordinadora Residente del Sistema de Naciones Unidas; señor William Soto, representante de “Huellas para no olvidar”; señor Salomón Fachler, sobreviviente del Holocausto; excelentísimos señores, señoras, embajadores, jefes de misión acreditados ante el Gobierno de Costa Rica, honorables representantes de organismos internacionales, autoridades de Gobierno, distinguidos invitados especiales, señoras y señores.

El asesinato de millones de hermanos judíos durante la Segunda Guerra Mundial constituye uno de los actos más crueles que ha conocido la humanidad en toda su historia. El Holocausto fue una tragedia que siempre está presente en nuestras vidas, no solamente porque violentara los Derechos Humanos, sino también porque evidenció que el ser humano cuando pierde la perspectiva del amor, del respeto y de la tolerancia, es capaz de incurrir en viles atrocidades.

Las humillaciones, las deportaciones, los maltratos, las torturas y el exterminio del que fueron objeto millones de personas inocentes, lastimaron profundamente al pueblo judío; pero de igual manera flagelaron la dignidad humana en toda su dimensión.

En las víctimas del Holocausto nos tenemos que mirar todos. Sus angustias, sus llantos, sus miedos, y sus temores nos deben servir ahora mismo de lumbreras para reflexionar sobre este aterrador drama que todavía nos sigue afectando.

El siglo XX fue testigo de una tragedia innegable que las personas sensatas nunca podremos olvidar. Las acciones brutales y crueles del régimen nazi socavaron hasta lo más profundo la esencia de la condición humana, y atentaron vilmente y sin escrúpulos contra el fundamento mismo de nuestra existencia.

Este acto inhumano refleja ineludiblemente una de esas formas históricas de dejamiento del respeto y de la tolerancia que separan al ser humano de Dios, de un Dios misericordioso que nos ama y nos invita al encuentro entre todas las personas, sin discriminación alguna.

En esta ocasión especial, donde nos hemos reunido para reflexionar sobre este terrible genocidio, exhortamos a todos los hombres y mujeres de buena voluntad del mundo entero, para que actos como el Holocausto nunca se olviden de nuestras mentes. Frente a estos crímenes y otros similares, la humanidad no puede ni debe ser indiferente.

No se trata de encauzarnos por caminos de odio y de venganza, se trata más bien de tener presente las injusticias del pasado para no repetirlas en el presente, y para construir una sociedad inclusiva, heredando un mundo mejor para nuestros hijos en el futuro.

La crueldad con el pueblo judío y con personas de otras nacionalidades durante la Segunda Guerra Mundial, así como en otros tiempos pasados y presente, nos conmueve profundamente y a la vez nos conduce por el bien de la humanidad hacia el imperativo moral, y a asegurar que nunca más el egoísmo y el odio puedan crecer hasta el punto de generar tal sufrimiento y muerte.

Para los hermanos judíos y para quienes han sido objeto de todas estas aberraciones en el mundo entero, les pedimos que dispongan sus corazones para que escuchen también el clamor de quienes con ellos nos solidarizamos.

La discriminación en cualquiera de sus formas constituye un acto de crueldad que atenta contra la unidad de género humano y contra su propia dignidad. Bajo ninguna circunstancia podemos admitir que las ideologías representen sentimientos de hostilidad, y mucho menos que se nieguen a reconocer los aspectos culturales que identifican a los pueblos, pues todas las culturas reflejan condiciones reales, que son, a la vez, fuentes de vida.

El nazismo fue una de esas ideologías perversas que se robó un valor absoluto y pretendió borrar la existencia misma del pueblo judío. El irrespeto, la exclusión, la aberración, el desprecio, el odio y el crimen, fueron dolorosamente elementos letales que nutrieron a la ideología nazi, mostrándose a sí misma y hacia la humanidad, como una auténtica aversión a la idea de un Dios que creó a los seres humanos como un acto de amor.

Frente a este cobarde comportamiento, los hombres y mujeres prudentes anteponemos los ideales de respeto y de amor al prójimo abriendo nuestros corazones y disponiendo nuestras voluntades para la construcción de un mundo mejor.

Los costarricenses nos solidarizamos al pueblo judío, apelamos al mundo para que la tolerancia sea nuestra guía en todas las relaciones con nuestros semejantes, rechazamos todo tipo de discriminación, y deploramos y censuramos las diferentes formas de violación de los Derechos Humanos.

Reciba el pueblo judío el apoyo, el respeto, la admiración y el cariño del pueblo costarricense. Como países y como pueblos hermanos estaremos siempre unidos en la búsqueda del desarrollo y en la defensa de los Derechos Humanos.

Muchas gracias.